Quizá suena excesivo preguntarse si ¿el Covid-19 puede influir en disolver la Unión Europea? Pero el escenario está en la mesa.

Imagen: Unsplash
Lo que no consiguió la gran recesión de 2008 podría conseguirlo un microorganismo que está siendo letal para Europa.
La última gran crisis financiera estuvo a punto de romper la Unión Europea, sumió a sus ciudadanos en un pesimismo profundo y alentó los populismos.
En la actualidad, en Europa con el coronavirus no se detecta ningún sentimiento de pertenencia, ni para bien, ni para mal hacia el bloque económico de la Unión Europea.
En esta zona se necesita desde hace años un nuevo que no le deja encarar los problemas globales de su ciudadanía: la del estado nación. Sin embargo, la respuesta al coronavirus está siendo más nación y menos Europa.
Este virus lo enfrenta no solo a una Europa envejecida y que sufre, sino a una Europa (a una Unión Europea) que está perdiendo la carrera por el liderazgo tecnológico en un mundo cada vez más digital.
La gestión asiática de la pandemia es la importancia de las nuevas tecnologías. La revolución digital no es sólo una fuente de progreso y competitividad liderada por China y Estados Unidos, sino que se ha mostrado como fundamental a la hora de controlar al virus y dar instrucciones a la población.

Imagen: Twitter: @XavierSerrahima
Todo parece indicar que, como en otras ocasiones, se está jugando a ganar tiempo. De otras crisis se aprendió con las medidas de de austeridad. En marzo se ha registrado la mayor caída mensual de la actividad empresarial en la Unión Europea desde que se comenzaron a recopilar datos comparables en julio de 1998.