El jueves, el Banco de México (Banxico) incrementó en 75 puntos base el objetivo de la tasa de interés interbancaria, que quedó en 8.5%. Siendo que este es su nivel más alto en décadas, vale la pena preguntar si esta alza tendrá impacto sobre el precio de la canasta básica.
Antes de responder esta pregunta, debemos indicar que el alza de tasas es una política monetaria que se lleva con el objetivo de encarecer el crédito, para así retirar dinero de la economía. Es decir, es el método que los bancos centrales tienen para combatir las consecuencias de haber inyectado dinero y crédito no solicitado por las economías durante el 2020, para así disminuir el impacto de la pandemia.

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Ahora bien, las alzas recientes en los precios son atribuibles a la política monetaria de años pasados, pero también a que con la pandemia se interrumpieron las cadenas mundiales de suministros, a la cuestión de la oferta petrolera, así como a las consecuencias de la guerra en Ucrania. Es decir, muchos productos están subiendo de precio porque su producción se ve perturbada por factores no monetarios.
Con esto, no necesariamente hablamos de la política monetaria del Banxico, cuya tasa de interés tocó un nivel mínimo del 4% en 2021. Nos referimos a la política monetaria de la Reserva Federal estadounidense, que mantuvo en niveles cercanos a 0 su tasa de interés desde 2020 y hasta marzo de este año. Es decir, se trata de una inflación importada y que no responde a la política monetaria local, sino que es un recordatorio de la globalización. A la vez, este diferencial de tasas también nos ayuda a entender porqué el peso ha mantenido su resiliencia frente al dólar.
Al respecto, la inflación se mide como el incremento en los precios de una canasta de bienes y servicios; y en su interior, hay un componente subyacente, que mide mercancías y servicios; contra el componente no subyacente, que incluye a productos del campo y energéticos. Los productos del índice no subyacente, donde pertenece la canasta básica, están medidos aparte porque son bienes cuyos precios reportan una mayor volatilidad, que está sujeta a cuestiones climáticas, de oferta, de cambios en la producción, una mayor competitividad, etc. Precisamente, estos productos no necesariamente responden al alza de tasas.

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Así influye la tasa de interés en la canasta básica
Los incrementos a las tasas de interés encarecen el acceso a financiamiento para las empresas que producen bienes de la canasta básica, pero no pueden hacer mucho para disminuir los precios si una sequía arruinó la cosecha de tomate y redujo la oferta, por decir un ejemplo.
En ese caso, la interrupción en la oferta incrementaría el precio debido a factores no monetarios (y por eso es ontológicamente problemático medir la inflación solo por incrementos de precios, en vez de considerar la oferta monetaria y de crédito). Ojo, aquí el contrafactual sería que bajar la tasa de interés sí haría que subieran los precios, porque abarataría el dinero. Sin embargo, como nos enseña la experiencia, para controlar las alzas de precios hace falta más que subir las tasas de interés.
En el mundo real, estamos viendo un incremento de precios en los aceites vegetales porque Ucrania y Rusia, que producen girasol, redujeron la oferta, hecho que reduce la producción de aceite de girasol, y a su vez, eleva los precios de otros aceites, considerados bienes sustitutos, como el de soya, el de canola o el de maíz. El tema se repite en otros bienes, con sus propios matices y particularidades, como el arroz, el maíz, las carnes, o ciertos vegetales. Nuevamente, en estos ejemplos, poco o nada pueden hacer las alzas de tasas para que no suban los precios.

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Aunque es posible que continúe el alza de precios que vemos en la economía mundial,estos incrementos no responderán necesariamente al ciclo de alza de tasas, que es una herramienta para disminuir el ritmo con que suben los precios, sino a la compleja interconexión de los sucesos relacionados con las cadenas de suministro y la guerra. Es decir, esto es un exhorto a recordar que correlación no implica causalidad.
Nuevamente, como la inflación se ha importado de otras economías que recortaron sus tasas de interés a niveles cercanos a cero, las alzas en la tasa del Banxico (que iniciaron diez meses antes que la Fed) no han podido contener el alza de los precios. Sin embargo, el ciclo de alzas de tasas de la Fed que inició este marzo parece haber hecho que al cierre de julio, la inflación en Estados Unidos no haya presentado variación a tasa mensual. Este hecho podría significar que la inflación llegó a su pico y podría ir a la baja. Por lo menos eso están esperando los mercados de renta variable, que tienen la expectativa que las próximas alzas se hagan con menor agresividad, aumentando así el apetito por riesgo.
Así, el Banxico estima que la inflación en nuestro país cierre en 8.1% el tercer trimestre del 2022, mientras que espera que este ciclo se modere a 7.5% al cierre del año. Es decir, las expectativas oficiales también son que los precios comiencen a bajar en el último trimestre del año. Sin embargo, queda estar atentos a cómo se desenvuelven los precios del petróleo y los energéticos durante el invierno en una Europa que depende de Rusia, y donde estos acontecimientos afectarán a la inflación mundial.

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