Desde la campaña presidencial, el hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador ha venido prometiendo una idea que consiste en construir carreteras y caminos a mano; es decir, sin necesitar maquinaria, para emplear más mano de obra, que se traduzca en más empleos. Te explicamos cuáles son las consecuencias e implicaciones de esta medida.
Carreteras a mano: el costo de la improductividad
Pongamos en concreto: el camino Las Torres-Aeropuerto entre San Mateo y Lerma es una obra inaugurada el pasado diciembre en el Estado de México. Esa obra tiene 1.4 kilómetros de longitud, y funcionarios del gobierno presumen que impulsó la reactivación económica, pues trajo consigo una creación de mil 200 empleos directos, además de una importante derrama económica en el sector de la construcción. Esta obra costó 160 millones de pesos.
Presumir una obra de mil 400 metros que requirió a mil 200 trabajadores supone que cada trabajador habría aportado al camino un metro con 16 centímetros, una obra que duró un año en ser construida, que quedaría lista en agosto de 2020, pero fue entregada en diciembre. Esa obra no fue construida a mano, pero sí que requirió empleos altamente improductivos.
Imagen: Gobierno Federal
Por otro lado, la carretera que da acceso a la cabecera municipal de Santa Ana (puedes verla en la foto de arriba) tiene una longitud de 6.5 kilómetros y fue construida a mano durante dos años por 110 trabajadores directos (y 118 indirectos), a saber, entre los años 2018 y 2020. La obra tuvo un costo promedio de 4.5 millones de pesos.
Si promediamos 6 mil 500 metros entre 110 personas, tendríamos que cada una produjo 59 metros en promedio en dos años. En un año, habrían construido 29.5 metros cada uno.
En contraste, hay países del mundo, como Australia, en los que la maquinaria ya está permitiendo construir carreteras de 5 kilómetros en tan sólo 2 días, por 335 mil dólares (6 millones de pesos 709 mil pesos).
Imagen: Especial
¿Por qué estas obras son mala idea?
Uno de los factores que permiten que el trabajo pueda cobrar más por menos esfuerzos son los bienes de capital. Así, los tractores hacen más productivos a los trabajadores del campo, de la misma forma como las tablas de excel hacen más productivos a los contadores que ya no hacen cálculos a mano, como las máquinas asfaltadoras, excavadoras y bulldozers hacen más productivos a los trabajadores de las carreteras.
Mientras que al inicio de la revolución industrial se pensaba que las máquinas iban a expulsar a los trabajadores de sus empleos, lo cierto es que al ocurrir este proceso, la mano de obra que quedó libre en unos sectores pudo ocuparse en otros que se acababan de crear para satisfacer necesidades humanas. Pensémoslo en términos de cuántos trabajadores pudieron migrar del campo a la ciudad entre 1940 y 1960, o el porqué hoy podemos trabajar de community manager o de diseñador gráfico, cuando esas profesiones eran impensables en 1980.
Así, hay gente que piensa que es necesario quitarle espacio a las máquinas para crear más empleos. Esta fue la razón que empuñaron los ludistas del siglo XIX para destruir los bienes de capital, fue la que implicó que en la China comunista de los años 70 construyera obras con palas, la política que cavar hoyos para taparlos del presidente Franklin D. Roosevelt, y también es la que presidentes de México, como Luis Echeverría y AMLO han implementado con el fin de crear empleos.
Imagen: Pixabay
El problema es si nosotros queremos los productos finales que están produciendo (la carretera), o si el fin político en sí mismo es generar empleos, sin importar cuán improductivos sean. Si es así, a los trabajadores en vez de darles palas, pueden darles cucharas soperas (¿o qué tal unas cafeteras?), y entonces podrán comenzar a requerir más mano de obra.
No debemos olvidar que el trabajo humano, así como el tiempo y el dinero son recursos escasos, que como tal, deben utilizarse sabiamente. Sobre todo porque se trata de dinero de impuestos, que nos son cobrados puntualmente. Una empresa privada regularmente va a buscar la forma más barata, rápida y eficiente de hacer las cosas. Para crear riqueza, la idea es crear más productos finales por el menor esfuerzo, recursos y tiempo posibles. En este caso, los gobiernos no tienen ninguna ansia por gastar mesuradamente el dinero que te quitaron.
Sin embargo, en vez de tener un gobierno que voltea a ver el cómo se hacen las cosas en otros países para mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos, tenemos uno que tiene como meta y proyecto de país el cómo éramos en 1973: con una economía dependiente del petróleo y los combustibles fósiles, que construye carreteras a mano y glorifica la pobreza en vez de generar soluciones para construir riqueza.