Estados Unidos abandonó formalmente el Acuerdo de París este miércoles. Se trata de un tratado global elaborado hace cinco años para evitar la amenaza de un cambio climático catastrófico.
El presidente Donald Trump había amenazado durante mucho tiempo con esta medida, que fue iniciada por su administración hace un año. La decisión aísla aún más a Washington del mundo; aunque no tiene consecuencias inmediatas sobre los esfuerzos internacionales para combatir el calentamiento global.
A la fecha, 189 países están comprometidos con el Acuerdo de París de 2015, que tiene como objetivo limitar el aumento de la temperatura promedio global a un nivel por debajo de los 2 grados Celsius. La idea original era que no aumentara s más de 1.5 grados, en comparación con la época preindustrial. Otros seis países firmaron, pero aún no han ratificado el acuerdo.
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Los científicos señalan que un aumento de temperatura de más de 2 grados centígrados puede causar efectos devastadores en la mayor parte del mundo, como el aumento del nivel del mar, la intensificación de las tormentas tropicales y la intensificación de las sequías e inundaciones.
El Acuerdo de París requiere que los países establezcan sus propios objetivos de reducción de emisiones, como reducir el dióxido de carbono. El único requisito vinculante es que los países deben informar con precisión sobre sus esfuerzos.
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Estados Unidos es el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo después de China. Aunque no es el único país relevante, su contribución a la reducción de emisiones se considera importante. En las últimas semanas, China, Japón y Corea del Sur se han unido a la Unión Europea y otros países, estableciendo plazos nacionales para dejar de emitir gases de efecto invernadero.
Aunque la administración Trump rechazó las medidas federales para reducir las emisiones, varios estados, ciudades y empresas de Estados Unidos siguen colaborando.
Joe Biden, candidato presidencial demócrata toma postura por que Estados Unidos vuelva a unirse al Acuerdo de París. Si Estados Unidos no participa, será más difícil para el resto del mundo lograr los objetivos marcados.
