A lo largo de la semana, salió a la luz un fragmento de una entrevista del Senador Samuel García, que data del 10 de mayo de 2015, en el que asegura que en el norte trabajan, pero no en el sur. En esta nota te explicamos qué hay de cierto en sus dichos.
Para ponerlo en contexto, el senador señaló explícitamente:
“A mí me consta que es real que en México en el norte trabajamos, en el centro administran, y en el sur descansan. Se escucha muy frío, pero es real”.
Estas declaraciones tienen como contexto un pacto federal en el que el centro del país efectivamente administra los recursos que se recaudan en todo el territorio nacional a través de la recaudación de impuestos, y que aquí se decide cómo se utilizará ese dinero mediante el Paquete Fiscal, que incluye las transferencias a estados y municipios. Esto es indiscutible, pues los tres poderes que conforman nuestro federalismo (en los hechos centralista) están en la Ciudad de México.
¿En el norte trabajan mucho?
Hay otro trasfondo de verdad en lo que dijo Samuel García, y para entenderlo primero debemos entender que los estados del Norte de México son más ricos que sus pares del sur.
Los estados del Norte del México, como Nuevo León, Sonora o Chihuahua, son lugares que tienen un alto desarrollo industrial, que permiten que la gente tenga mayores estándares de vida, sobre todo en cuanto a salarios. Sobre todo porque hay una apertura comercial importante, que ha supuesto que haya negocios nacionales e internacionales creando empleos en esa zona.
Tener estas inversiones supone que el trabajo es más eficiente gracias al capital que ponen los empresarios y que permite que los trabajadores tengan mejores sueldos por menos trabajo. Esto también se debe a que hay mayor certeza a los derechos de propiedad e inversión en el norte (por lo menos eso pensábamos hasta que por capricho gubernamental cancelaron la planta de Constellation Brands en Mexicali). Como son más ricos y tienen un mayor acceso a la economía formal, estos estados recaudan más ingresos.
Además, el norte de México cuenta con condiciones para la agricultura más desfavorables por su clima árido. Esto hace que la gente tenga un sentido del trabajo y la responsabilidad distinto, dado que deben trabajar en la industria para poder vivir (en vez de depender de los abundantes frutos de la tierra).
Imagen: Pixabay
¿Qué hay con el sur de México?
En el sur de México la industria no se ha desarrollado a tal grado como para ser capaz de aportar lo mismo que aporta el norte. Esto implica que como hay menos inversión en capital, la gente tenga que trabajar mucho más, en jornadas menos productivas y a cambio de menos dinero.
En este caso, no es cierto que la gente del norte trabaje más, como dice Samuel García, pero lo que sí es cierto es que su trabajo es más productivo. En el sur no descansan, deben trabajar más duro, e incluso, municipios de Guerrero, Tabasco, Oaxaca y Chiapas tienen altos niveles de marginación y pobreza.
Distribución federal de los ingresos
En este sentido, deberíamos estar cuestionando que los recursos que se recaudan en cada estado se dirijan al mismo estado, en vez de obligar a los desarrollados a mantener a los del sur. Sobre todo porque después de mucho tiempo con esta estrategia, el sur no despega (no es cierto que se haya abandonado esta zona del país, pues reciben un jugoso presupuesto desde gobiernos pasados). Esa es la esencia del federalismo. No es aquí el lugar para desarrollar las cifras, pero en este estudio de México Evalúa puedes ver cómo se asignó el presupuesto a los estados en 2018, para que no haya sesgos partidistas o buscando la novedad para atacar al gobierno actual.
Mucho más importante, lo ideal es buscar cómo desarrollar a los estados del sur de México, pero no con obras faraónicas que a todas luces gritan que serán inviables y una destrucción inminente del medio ambiente (Dos Bocas, Tren Maya), o carreteras a mano que son un dispendio de recursos públicos. Es necesario que la iniciativa privada tenga la confianza de invertir porque en esos lugares hay mucha buena gente trabajadora que merece oportunidades. Esa es la diferencia entre tener un trabajo que permita a la gente vivir de su propio esfuerzo a convertirlos en clientelas, que para el presidente son simplemente mascotas a las que el gobierno debe alimentar (a cambio de su voto).