Algunos miembros de la llamada generación Z están a un año de terminar la universidad, en medio de una recesión económica, aplicar al mercado laboral no se ve como algo esperanzador. Sobre todo pensando en que es la primera recesión que podrían vivir, a diferencia de los MIllennials que ya eran conscientes cuando ocurrió la depresión del 2008. ¿Cómo sobrevivir a estas turbulencias financieras? Te contamos.
1: Acepta la incertidumbre y sé flexible
A veces el mercado laboral no busca las habilidades que adquiriste en la universidad. Es clave seguir aprendiendo para adquirir nuevas capacidades que te permitan encontrar lugar en otro trabajo, como idiomas, programación, o ventas. Hacer crecer tu red de contactos también es útil para estos momentos.
En otras ocasiones toca buscar empleo en sectores en los que tus capacidades encajan, pero no es lo que buscas. Y a veces, puedes emprender para incrementar tus fuentes de ingreso. No tengas miedo a abrir nuevas puertas y probar nuevas oportunidades.

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2: Habla de dinero con tu pareja
Antes de casarte y formar una familia, habla de dinero con tu pareja actual. Esta charla es clave para construir una relación que sea duradera, porque permite que estén en la misma sintonía para alcanzar objetivos de largo plazo juntos.
3: Negocia, pese a tus dudas
Si conseguiste tu primer empleo, es posible que no hayas encontrado el mejor sueldo posible. Incluso puede ser atemorizante pedir que te suban el salario porque te abruma que tu empleador tenga todo el poder. Sin embargo, si haces un buen trabajo, debes pedir un aumento, porque conformarte con un sueldo bajo dificultará que puedas pedir más dinero en empleos futuros.
4: Identifica prioridades de dinero
Todas las personas tenemos distintas prioridades. Es importante que las conozcas y trabajes para ellas. Pagar deudas, independizarte, juntar el enganche de una casa, puedes ponerte la meta que quieras siempre y cuando haya planes financieros concretos para alcanzar cierta cantidad de dinero.

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5: Los presupuestos son tus mejores amigos
Llevar un presupuesto por escrito alivia parte del estrés financiero porque te permite entender cómo va tu situación financiera y cómo gastas lo que ganas. Si no llevas un presupuesto, hay muchos chances de que se te vaya poco a poco el dinero y no te des cuenta.
Tu presupuesto otorga una imagen grande sobre tu estado financiero, pues no solo es cuánto dinero tienes, sino cómo estás gastando. Los números no mienten.
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