Adquirir una tarjeta de crédito implica hacerse cargo de los intereses derivados de su uso. Hay dos tipos: intereses moratorios y ordinarios. A continuación revisaremos a qué se refiere cada concepto y cuál es su impacto para los tarjetahabientes.
Comencemos por los intereses ordinarios. Éstos son la cantidad que el deudor debe pagar a la institución financiera como retribución por el préstamo otorgado.
Recordemos que el crédito no es más que eso, dinero prestado. Así pues, cuando se realiza una compra con tarjeta de crédito, se debe solventar tanto el valor total del producto como los intereses ordinarios generados por la transacción.
Los intereses moratorios aparecen cuando hay algún retraso en el pago de la deuda | Foto: Unsplash
Por su parte, los intereses moratorios hacen su aparición en caso de que el tarjetahabiente registre algún retraso en el pago de la deuda adquirida.
A su vez, vale recalcar que los intereses moratorios son mucho más altos que los intereses ordinarios, pues buscan sancionar una conducta de pago indebida.
Ahora bien, existen distintas formas de evitar el pago de intereses. Por ejemplo, si mantienes al corriente tu cuenta de crédito, es decir, si realizas tus pagos a tiempo, los intereses moratorios desaparecen.
Así puedes evitar el pago de intereses | Foto: Unsplash
En tanto, los intereses ordinarios pueden evitarse de dos formas: la primera es recurrir a las promociones que permiten hacer compras “sin intereses”.
La segunda está relacionada directamente con los pagos de la tarjeta de crédito. Hay dos tipos distintos: “pago mínimo” y “pago para no generar intereses”.
El pago mínimo mantiene la cuenta al corriente pero no suma intereses ordinarios a la deuda, sin importar que se haya recurrido a promociones “sin intereses.
En cambio, como su nombre lo indica, el pago para no generar intereses hace que la deuda se mantenga estable. Es la única forma de evitar tanto intereses ordinarios como moratorios.
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