En México y el mundo, a medida que los países reintroducen restricciones para hacer frente a la pandemia, millones de trabajadores permanecen o están regresando a sus hogares.
Para muchos, el trabajo a distancia se ha vuelto una norma y quizá tenga más fuerza en las próximas semanas. Por supuesto, es demasiado pronto para decir en qué medida esto se prolongará cuando el Covid-19 esté bajo control.

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Pero lo más probable es que se estabilice en un nivel más alto que el anterior a la crisis.
Con sus ventajas del home office
Más flexibilidad para los empleados, cuando está bien organizado por la empresa.
Sus inconvenientes
Es probable que aumenten una serie de desigualdades, tanto a corto como a medio plazo. Esta sería la desigualdad digital que se está convirtiendo en un factor importante de exclusión.
Cuanto más se prolongan las restricciones, más personas para las que el trabajo a distancia es imposible (en particular en el comercio, los hoteles y restaurantes, el turismo) corren el riesgo de perder sus puestos de trabajo, ver disminuir sus ingresos o encontrarse desempleados.
Dificultades en países emergentes
En una publicación sobre el tema, economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) estiman que cerca de 100 millones de trabajadores en 35 países desarrollados y emergentes, o el 15% de la población activa afectada, se encuentran en tal situación.
Son más bien “jóvenes, poco educados, con contratos precarios, en pequeñas empresas y en la parte inferior de la escala de ingresos”, afirman las tres autoras, Mariya Brussevich, Era Dabla-Norris y Salma Khalid. Esto deja temor “de que la pandemia agrave las desigualdades”. Entre generaciones, entre géneros, entre ricos y pobres.
Pero también, entre países. Dependiendo de las especializaciones productivas, el grado de digitalización, la naturaleza de los puestos de trabajo y la escala de ingresos, el trabajo a distancia se despliega de forma muy diferente de una economía a otra.
Según las estimaciones, el 40% de los puestos de trabajo se pueden realizar a distancia en los países desarrollados, con una brecha que varía, dentro de la zona euro, del 24% en Italia al 42% en Alemania.
Incluso en el comercio, la posibilidad de trabajar desde casa es mucho más fuerte en los países ricos.

En los países emergentes, donde más de la mitad de los hogares ni siquiera tienen computadora en casa, hasta un 20% de la población urbana puede trabajar así, pero el nivel es casi nulo en el campo. Eso no es todo: incluso en sectores con fuerte presencia física, la posibilidad de trabajar desde casa es mucho más fuerte en los países ricos, donde la venta digital y a distancia están más asentadas.