Este viernes se cumplen 104 años de la Constitución Mexicana, que es la que actualmente nos rige. Pese a que a este documento el partido único le hizo un culto en el imaginario mientras una y otra vez pasaba por encima de él, es importante pensar en la relación entre el derecho y la economía, pues guarda relación con las inversiones.
Derecho, ¿para qué?
El derecho nos da un marco legal que fija una serie de expectativas, que incluyen el cómo se rigen los mercados. Esto va del pago de impuestos, el cómo se fijan los derechos de propiedad, o cuáles son las leyes y reglamentos necesarios para abrir y mantener un negocio en regla.
La constitución mexicana, que muchos consideraron la “más avanzada del mundo” por haber sido promulgada en febrero de 1917, meses antes del triunfo de la dictadura soviética (estandarte de para quienes lo avanzado es limitar las libertades), limita en muchos casos los derechos de propiedad, pues esta establece que la propiedad es concesión del gobierno, y que éste puede expropiar con cuestión de utilidad pública (que no queda definida, y puede interpretarse a capricho del poder). Este factor es muy importante a fin de entender la política económica.
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La constitución y la economía
En muchos otros casos, la constitución le pide demasiados requisitos a los empresarios para poner una empresa. Dentro del Ranking Doing Business 2020, México ocupa el lugar 60 entre 190 países, siendo además uno de los que es más difícil abrir una empresa.
También es muy importante la certeza jurídica, para que los empresarios nacionales y extranjeros tengan expectativas de cuáles son las reglas del juego antes de invertir. Por ejemplo, cada cuánto cambia el poder, qué tan estables somos políticamente, cuánto hay que pagar de salario mínimo, cuáles son las tasas tributarias, etcétera. En este caso, la constitución ha cambiado en 741 ocasiones, lo cual habla de que es inestable e incluso contradictoria.
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Además, queda el tema de la aplicación de la ley, que en México parece ser más una sugerencia que una obligación para cumplir. En este caso, genera normas privadas de autoentendimiento, como sobornos y negocios oscuros al amparo del poder. La ley se acata, pero no se cumple, cuestión que deteriora el estado de derecho e impide que todos, sin importar edad, género, religión o condición económica, seamos iguales ante la ley.
Para que México crezca, es necesario que la inversión privada, que es la que genera empleos de valor, tenga certeza sobre su propiedad y sus inversiones, que la gente tenga un acceso igualitario a la justicia, que la moneda esté sana, que la tasa tributaria sea razonable, y que el país sea competitivo para invertir (en comparación con otros países). Si los inversores piensan que los van a expropiar, que les van a cancelar sus inversiones, o que les van a subir de pronto los impuestos al punto de dejar de ser rentables, se irán o dejarán de venir.